Que la figura y el oficio docentes han perdido el prestigio que merecen y con el contaban antiguamente, es un hecho reconocido en todo el mundo. Aunque ninguno de nosotros sobrepasamos los treinta años, y pueda pensarse por ello, que únicamente hemos vivido la etapa de degradación del oficio del enseñante, hemos asistido no solamente a la tristeza del descenso del respeto, dignificación, admiración y cooperación con las familias de éstos, sino también fuimos protagonistas y espectadores en la primera etapa de nuestra escolarización, de la importancia del enseñante, de ese ser que veíamos en un escalón superior, no porque fuera mejor que nadie, sino porque nos ofrecía la llave que abre la puerta del conocimiento, de la imaginación, una mano a la que aferrarnos para conocer el pasado, el presente y las estrategias con las que afrontar y lograr un futuro mejor.
Hemos crecido intelectualmente y nos hemos formado gracias a esos profesionales que muchas veces se implican más de lo que creemos y se preocupan por nosotros a pesar de que ese esfuerzo no sea reconocido. Saben que nos hemos burlado de ellos, saben que seguramente tendrán un apodo,…. Pero aún así nos guían, nos aguantan y aunque nos resistamos, nos intentan educar. Hoy en día algunos de nosotros hemos seguido sus pasos, somos profesores de secundaria y nos encontramos en el mismo barco, con la misma lucha y con el mismo entusiasmo a pesar de los tropiezos.
Cada día la incomprensión hacia el docente es mayor, a la de algunos padres hay que sumar la de los alumnos; esto conlleva graves problemas de incomunicación e indisciplina, y ahora, cuando parecía que el mayor de nuestros problemas era la incomprensión social, la propia Consejería de Educación se empeña en hacer de nuestro trabajo una labor imposible.
Los recortes indiscriminados por parte del Gobierno de Canarias (con Soria y Rivero a la cabeza) no solamente ocasionaron un caos el curso anterior sino que ya en el comienzo del presente curso, la mayoría de los centros educativos canarios tuvieron serios problemas para ponerse en marcha con normalidad, la cual, aunque dichos políticos, que presumen de la educación que se ofrece en Canarias, manifiesten lo contrario, todavía no termina de alcanzarse. Por eso, desde juventudes socialistas queremos apoyar a toda la comunidad educativa ( profesores, padres, alumnos, etc.) porque creemos que es vergonzoso lo que está sucediendo, lo mínimo que se debe ofrecer a los jóvenes es una educación pública de calidad, en la que se pueda confiar, y para ello es necesaria la inversión y sobre todo la transparencia. En este sentido, el profesorado ve empeoradas sus condiciones laborales en diversos aspectos, lo cual no hace más que dificultar el buen funcionamiento de los centros, la atención adecuada a los estudiantes e incluso afectará a la salud de estos trabajadores. Ya que, se enfrentan a una disminución del número de docentes en las plantillas de los centros, a aumentos de las ratios, a un plan de sustituciones que tendrá como consecuencia la sobrecarga laboral del profesorado y el consiguiente déficit de atención educativa al alumnado, se suprimen medidas de atención a la diversidad, y habrá recortes en el transporte de los alumnos, en la financiación de actividades extraescolares, en los comedores escolares, en la Formación Profesional, en la enseñanza de adultos, etc., etc.
Como ven, esto es algo que nos afecta a todos, porque la educación, el conocimiento, es una necesidad primordial que debe estar garantizado en las mejores condiciones posibles, y si los que tienen las riendas en estos momentos nos intentan manipular, debemos luchar para que prevalezcan nuestros derechos. Por una vez seamos una piña, entendamos que profesores, padres, alumnos, y todos los que alguna vez hemos estudiado o podamos tener hijos, nietos o sobrinos que lo hagan, tenemos la obligación de manifestarnos y de apoyarnos, porque tal y como dijo Diego Luis Córdoba, por la ignorancia se desciende a la servidumbre y por la educación se asciende a la libertad. ¡Luchemos por ella!